HOLAAA

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Les enseñaré una manera muy fácil: hagan su trabajo pensando que el trabajo también pertenece a Dios. No fijen su mente en la tarea, pensando "es mi trabajo". Piensen que todas las acciones que hacen, las hacen para Dios. Ofrézcanlo todo a Sus Pies. Crean, y díganselo a ustedes mismos, "todo lo que hago lo hago por amor a Dios".

Conciencia Mundos Privados - Osho

Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio


"Dijo Heráclito:

Los hombres son tan olvidadizos y descuidados
de lo que ocurre a su alrededor
en sus momentos de vigilia 
como cuando están dormidos.
Tontos, aunque oyen
son como los sordos.
A ellos se les aplica el adagio
de que cuando están presentes
están ausentes.
Uno no debería actuar ni hablar
como si estuviera dormido.
Los despiertos tienen un mundo en común,'
los durmientes tienen un mundo privado cada uno. 
Lo que vemos cuando estamos despiertos es la muerte; 
cuando estamos dormidos, vemos sueños.


 Heráclito aborda el problema más grave del hombre: que aun cuando está despierto, está completamente dormido. Estás dormido cuando duermes, pero también estás dormido cuando estás despierto. ¿Qué significa esto? Porque esto es lo que dice Buda, lo que dice Jesús, lo que dice Heráclito. Pareces com­pletamente despierto, pero es solo apariencia; en el fondo de tu ser, el sueño continúa.

 Incluso en este momento estás soñando por dentro. Mil y un pensamientos siguen su curso, y tú no eres consciente de lo que está ocurriendo, no eres consciente de lo que estás haciendo, no eres consciente de quién eres. Te mueves como se mueve la gente en sueños.

 Seguro que has conocido a alguien que se mueve, hace tal o cual cosa y después vuelve a quedarse dormido. Es una enfermedad lla­mada sonambulismo. Mucha gente se levanta de la cama por la no­che; tienen los ojos abiertos, pueden moverse. Van a la cocina, co­men algo y vuelven a meterse en la cama. Y si les preguntas a la mañana siguiente, no saben nada del asunto. Como máximo, si se esfuerzan por recordar, verán que tu­vieron un sueño esa noche, que soña­ron que se despertaban e iban a la co­cina. Pero fue un sueño, eso como máximo; incluso eso resulta difícil de recordar.

 Mucha gente ha cometido críme­nes; muchos homicidas declaran ante el tribunal. que no saben nada, que no recuerdan haber hecho tal cosa. No es que estén mintiendo al tribunal, no. ¡Los psicoanalistas han acabado por des­cubrir que no están mintiendo, no ¡están intentando engañar; son absolu­tamente sinceros. Cometieron el homi­cidio -lo cometieron cuando estaban profundamente dormidos ­como en un sueño. Este sueño es más profundo que el sueño nor­mal. Este sueño es como estar borracho: puedes moverte un poco, puedes hacer unas pocas cosas, puedes también estar un poco cons­ciente... pero estás borracho. 

No sabes lo que está ocurriendo con exactitud. ¿Qué has hecho en el pasado? ¿Puedes recordarlo exacta­mente, por qué hiciste lo que hiciste? ¿Qué te ocurrió? ¿Estabas aler­ta cuando ocurría? Te enamoras sin saber por qué; te pones de mal humor sin saber por qué. Por supuesto, encuentras excusas; racio­nalizas todo lo que haces... pero la racionalización no, es conciencia. Conciencia significa que eres completamente consciente de cualquier cosa que esté ocurriendo en ese momento. Tú estás pre­sente.

 Si tú estás presente cuando surge la ira, la ira no puede sur­gir. Solo puede ocurrir cuando estás completamente dormido. Cuando estás presente, se inicia inmediatamente una transforma­ción en tu ser, porque cuando tú estás presente, consciente, mu­chas cosas simplemente no son posibles. Así pues, de hecho solo existe un pecado, que es la inconsciencia.

 El significado original de la palabra pecar es faltar. No significa hacer algo que está mal, significa simplemente faltar, estar ausente. La raíz  hebrea de la palabra pecado significa  faltar. También ocurre en algunas pa­labras inglesas construidas sobre la  partícula miss: misconduct, misbehavior. faltar significa no estar ahí, hacer algo sin estar presente: este es el único pecado. ¿Y la única virtud? Estar completamente alerta cuando haces algo. Lo que Gurdjieff llama recordar­se uno mismo, lo que Buda llama estar correctamente atento, lo que Krishna-murti llama conciencia, lo que Kabir ha llamado surau: ¡Estar ahí! Eso es lo único que hace falta, y nada más.

 No necesitas cambiar nada, y aunque intentaras cambiar algo no podrías. Ya has intentado cambiar muchas cosas en ti. ¿Lo has conseguido? ¿Cuántas veces has decidido no volver a enfurecerte? ¿Qué ocurrió con tus propósitos? Cuando llega el momento, vuelves a caer en la misma trampa; te pones furioso, y cuando la furia ha pasado, te arrepientes. Se ha convertido en un círculo vicioso: incurres en la ira, te arrepientes y quedas listo para volver a incurrir.

 Recuerda que aunque te arrepientas no estás ahí: ese arrepentimiento también forma parte del pecado. Por eso no ocurre nada. Si­gues intentándolo una y otra vez, y tomas muchas decisiones y te haces muchos propósitos, pero no ocurre nada. Sigues igual. Eres exactamente igual que cuando naciste, sin que se haya producido en ti ni el más mínimo cambio. No es que no lo hayas intentado, no es que no te hayas esforzado, lo has intentado una y otra vez. Y fra­casas porque no es cuestión de esfuerzo. Esforzarte más no te ser­virá de nada. Es cuestión de estar alerta, no de esfuerzo.

Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho
Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho 

 Si estás alerta, muchas cosas simplemente desaparecen; no ne­cesitas deshacerte de ellas. En estado consciente, ciertas cosas no son posibles; Y esta es mi definición, no existe otro criterio. Si es­tás consciente no puedes enamorarte; por lo tanto, caer enamorado es un pecado. Puedes amar, pero eso no es como una caída, es como una as­censión. ¿Por qué [en inglés] se usa la expresión «caer enamorado» (falling in love)? Es una caída; estás cayendo, no estás ascendiendo. Cuando estás consciente, no es posible caer... ni si­quiera en el amor. No es posible, sim­plemente no lo es. 


 Con la conciencia no es posible; asciendes en el amor. Y ascender en el amor es un fenómeno totalmente diferente del enamora­miento. Estar enamorado es un estado onírico. Por eso a la gente que está enamorada se le nota en los ojos; es como si estuvieran más dormidos que los demás, intoxicados, so­ñando. Se les nota en los ojos porque sus ojos tienen una ensoña­ción. Las personas que ascienden en el amor son totalmente dife­rentes. Se nota que ya no están soñando, que están afrontando la realidad y eso las hace crecer.


 Al enamorarte sigues siendo un niño; al ascender en el amor, maduras y en poco tiempo, el amor deja de ser una relación; se convierte en un estado de tu ser. Entonces ya no se-puede decir que ames a este y no ames a aquel, no; simplemente, amas. Es algo que compartes con cualquiera que se acerque a ti. Ocurra lo que ocurra, tú das tu amor. Tocas una piedra y la tocas como si estuvie­ras tocando el cuerpo de tu persona amada. Miras un árbol y lo mi­ras como si miraras el rostro de tu amado. Se convierte en un esta­do del ser. No es que estés enamorado, es que eres amor. Esto es ascender, no caer.

 El amor es hermoso cuando asciendes por él, y se convierte en algo sucio y feo cuando desciendes por él. Y tarde o temprano des­cubrirás que resulta venenoso, que se convierte en un cautiverio. Has quedado atrapado, tu libertad ha sido aplastada; te han cortado las alas, ya no eres libre. Al caer enamorado te conviertes en una po­sesión; tú posees y permites que alguien te posea a ti. Te conviertes en un objeto, y tratas de convertir en un objeto a la persona de la que te has enamorado.

 Mira una pareja de marido y mujer. Los dos se han convertido en objetos, ya no son personas. Los dos intentan poseer al otro. Solo las cosas se pueden poseer, no las personas. ¿Cómo puedes poseer una persona? ¿Cómo puedes dominar a una persona? ¿Cómo puedes convertir a una persona en una posesión? ¡Imposible! Pero el mari­do está intentando poseer a la esposa; la esposa intenta lo mismo. Se produce un choque, y los dos acaban por convertirse básica­mente en enemigos. Son destructivos el uno para el otro.

 Sucedió que el mulá Nasruddin entró en la oficina de un ce­menterio y se quejó al encargado:

 -Sé que mi esposa está enterrada en este cementerio, pero no
encuentro su tumba.
El encargado consultó su registro y preguntó:
-¿Cómo se llama?
-Señora del mulá Nasruddin -dijo el mulá.
El encargado volvió a mirar y dijo:
-No hay ninguna señora del mulá Nasruddin, pero sí que hay
un mulá Nasruddin. Lo siento, parece que ha habido un error en el registro.
-No hay ningún error-dijo Nasruddin-. 
¿Dónde está la tum­ba del mulá Nasruddin? 
Porque todo está a mi nombre. ¡Incluso la tumba de su mujer!
          
 Posesión... todos se empeñan en poseer al ser amado, al aman­te. Ya no hay amor. De hecho, cuando posees a una persona, odias, destruyes, matas; eres un asesino. El amor debería dar libertad; el amor es libertad. El amor hace al ser amado cada vez más libre, el amor da alas, el amor abre la inmensidad del cielo. No puede con­vertirse en una prisión, en un encierro. Pero ese amor tú no lo co­noces, porque solo se da cuando estás despierto; esa calidad de amor solo aparece cuando hay conciencia. El amor que tú conoces es un pecado, porque se genera en el sueño.

 Y lo mismo ocurre con todo lo que haces. Aunque intentes hacer algo bueno, haces daño. Fíjate en los refor­madores visionarios: siempre hacen daño y son las personas más dañinas del mundo. Los reformadores sociales, los llamados revolucionarios, son la gente más dañina. Pero es difícil ver el mal que hacen porque son muy bue­nas personas, siempre están haciendo el bien a los demás... esa es su manera de crear una prisión para los otros. Si les dejas que te hagan algún bien, pa­sarán a poseerte. 


 Empezarán por darte I masaje en los pies, y tarde o temprano te encontrarás con que te han echado las manos al cuello. Empiezan por los pies y terminan por el cuello, porque son inconscientes; no saben lo que están haciendo. Han aprendido un truco: si quieres poseer a alguien, haz el bien. Ni siquiera son conscientes de que han apren­dido ese truco. Pero hacen daño, porque cualquier cosa-cualquier cosa- que intente poseer a otra persona, sea cual sea su nombre o forma, es irreligiosa, es un pecado.
Vuestras iglesias, vuestros templos, vuestras mezquitas, todos han cometido pecados contra vosotros, porque todos se han con­vertido en poseedores, todos se han convertido en dominadores.

 Todas iglesias están contra la religión, porque la religión es li­bertad. Entonces, ¿por qué ocurre esto? Jesús pretende darte liber­tad, darte alas. ¿Qué es lo que ocurre entonces, cómo aparece esta, iglesia? Ocurre porque Jesús vive en un plano de existencia total­mente diferente, el plano de la conciencia. Y los que le escuchan, los que le siguen, viven en el plano del sueño. Oigan lo que oigan, lo interpretan a través de sus propios sueños. Y todo lo que cons­truyen tiene que ser un pecado. Cristo te da religión, y después una gente que está profundamente dormida lo convierte en una iglesia.

 Se dice que en cierta ocasión, Sata­nás, el demonio, estaba sentado bajo un árbol, muy triste. Pasó un santo, miró a Satanás y le dijo: 
-Hemos oído decir que tú nunca, descansas, que siempre estás haciendo alguna maldad en alguna parte. ¿Qué haces ahí, sentado bajo ese árbol?
Satanás estaba absolutamente deprimido.
-Parece que de mi trabajo se en­cargan ahora los sacerdotes, y yo no tengo nada que hacer -dijo-. Me he quedado sin trabajo. A veces me en­tran ganas de suicidarme, porque los sacerdotes lo están haciendo muy bien.

 Los sacerdotes lo hacen tan bien porque han convertido la li­bertad en encarcelamiento, han convertido la verdad en dogmas... han convertido todo lo que se origina en el plano de la conciencia al plano del sueño.

 Intenta comprender lo que es exactamente este sueño, porque si eres capaz de sentir lo que es, ya has empezado a estar alerta, ya es­tás en el camino de salida. ¿Qué es este sueño? ¿Cómo se produce? ¿Cuál es su mecanismo? ¿Cuál es su modus operandi?
La mente siempre está en el pasado o en el futuro. No puede es­tar en el presente, es absolutamente imposible para la mente estar  el presente. Cuando estás en el presente, la mente ya no está ahí, porque mente equivale a pensar. 


 ¿Cómo puedes pensar en el pre­sente? Puedes pensar en el pasado; ya se ha convertido en parte de la memoria y la mente puede trabajar con ello. Puedes pensar en el futuro; todavía no está aquí y la mente puede soñar con ello. La mente puede hacer dos cosas: puede moverse hacia el pasado, donde hay espacio de sobra para moverse, el vasto espacio del pa­sado, en el que puedes seguir y seguir penetrando; o puede moverse hacia el futuro, donde también hay un espacio infinito, en el que puedes imaginar y soñar sin límites. Pero ¿cómo va a fun­cionar la mente en el presente? En el presente no hay espacio para que la mente haga ningún movimiento.


 El presente es solo una línea divi­soria, nada más. Separa el pasado del futuro, no es más que una línea diviso­ria. Puedes estar en el presente, pero no puedes pensar en él; para pensar se necesita espacio. Los pensamientos necesitan espacio, son como los obje­tos. Recuérdalo: los pensamientos son cosas materiales, muy  sutiles, pero son materiales.

 No puedes pensar en el presente. En el instante en que empie­zas a pensar, ya es pasado. Ves salir el sol y dices: «Qué bello ama­necer.» Cuando lo dices ya es el pasado. Cuando el sol está saliendo no hay espacio suficiente ni siquiera, para decir «Qué bonito», por­que cuando pronuncias esas dos palabras, «qué bonito», la expe­riencia ya se ha convertido en pasado. La mente ya lo ha archivado en la memoria; Pero en el momento exacto en que sale el sol, el momento exacto en que el sol apareé sobre la línea, ¿cómo puedes pensar? ¿Qué puedes pensar? Puedes estar con el sol que sale, pero no puedes pensar. Hay espacio suficiente para ti, pero no para los pensamientos.

 Ves una hermosa flor en el jardín y dices: «Qué bonita rosa.» En ese momento ya no estás con la rosa; es ya un recuerdo. Cuando la flor está ahí y tú estás ahí, los dos presentes ante el otro, ¿cómo po­drías pensar? ¿Qué podrías pensar? ¿Cómo va a ser posible el pen­samiento? No hay espacio para él. El espacio es tan estrecho -de hecho, no hay nada de espacio- que tú y la flor no podéis ni si­quiera existir como dos seres, porque no hay espacio suficiente para dos; solo puede existir uno.

 Por eso, en una presencia profunda, tú eres la flor y la flor se convierte en ti. Cuando no hay pensamiento, ¿quién es la flor y quién es el observador? El observador se convierte en observado. De pronto, desaparecen las fronteras. De pronto, te encuentras con que has penetrado en la flor y la flor ha penetrado en ti. De pronto: ya no sois dos; solo existe uno.

 Si empiezas a pensar, os convertís de nuevo en dos. Si no pien­sas, ¿dónde está la dualidad? Cuando existes con la flor, sin  pensar, es un diálogo. No un duólogo, sino un diálogo.

 Cuando existes con tu amante, es un diálogo, no un duólogo, porque allí no hay dos. Sentado aliado de tu amante, cogiéndole de la mano, simplemente existes. No piensas en los días ya pasados; no piensas en el futuro que vendrá. Estás aquí y ahora es tan her­moso estar aquí y ahora, y tan intenso, que ningún pensamiento puede penetrar en esa intensidad.

 Y la puerta es estrecha. La puerta del presente es estrecha. Por ella no pueden entrar dos juntos, solo uno. En el presente no es po­sible pensar, no es posible soñar, porque soñar-no es sino pensar con imágenes. Las dos cosas son materiales.

 Cuando estás en el presente sin pensar, eres espiritual por pri­mera vez. Se abre una nueva dimensión, la dimensión de la con­ciencia. Como no has conocido esa dimensión, Heráclito dice que estás dormido, que no eres consciente. La conciencia significa estar en el momento de un modo tan total que no hay movimiento hacia el pasado ni hacia el futuro. Todo el movimiento se detiene.

 Eso no significa que te quedes estático. Se inicia un nuevo mo­vimiento, un movimiento con profundidad. Hay dos tipos de movi­miento, y ese es el significado de la cruz de Jesús: muestra dos mo­vimientos, un cruce de caminos. Uno de los movimientos es lineal: te mueves siguiendo una línea, de una cosa a otra, de un pensamiento a otro, de un sueño a otro sueño. De A pasas a B, de B a C, de C a D. De ese modo te mueves en una línea horizontal. Este es el movimiento del tiempo; es el mo­vimiento de los que están completa­mente dormidos. Puedes ir como una lanzadera, adelante y atrás; la línea está ahí. Puedes ir de B a A o puedes ir de A a B; la línea está ahí. Hay otro movimiento, que tiene lu­gar en una dimensión totalmente dife­rente. Este movimiento no es horizon­tal, es vertical. No vas de A a B y de B a C; vas de A a un A más profundo, de Al a A2, A3, A4, cada vez más abajo... o más arriba. 

 Cuando el pensamiento cesa, comienza el nuevo movimiento. Ahora caes a las profundidades, como si cayeras en un abismo. Las personas que meditan profundamente llegan tarde o temprano a ese  punto; entonces les entra miedo, porque les parece que se ha abierto un abismo sin fondo... sientes vértigo, tienes miedo. Te gus­taría agarrarte al antiguo movimiento porque era algo conocido; esto se parece a la muerte.

 Ese es el significado de la cruz de Jesús: es una muerte. Pasar de la horizontal a la vertical es la muerte, es la verdadera muerte. Pero solo es muerte vista desde un lado; vista por el otro lado es resu­rrección. Es morir para nacer; es morir en una dimensión para na­cer en otra dimensión. En horizontal eres Jesús; en vertical te has convertido en Cristo.

 Si te mueves de un pensamiento a otro, sigues estando en el mundo del tiempo. Si te mueves hacia dentro del momento, no del pensa­miento, te mueves hacia la eternidad. No estás estático; no hay nada estático en este mundo, nada puede ser estáti­co. Surge un nuevo movimiento, un movimiento sin motivación. Recuerda estas palabras. En la línea horizontal, te mueves por motivaciones. Tienes que alcanzar algo: dinero, prestigio, poder o a Dios, pero tienes que conse­guir algo. Hay una motivación.   
  
 El movimiento motivado equivale a dormir, El movimiento sin motivación significa conciencia. Te mueves por­que moverse es un puro placer, te mueves porque el movimiento es vida, te mueves porque la vida es energía y la energía es movimiento. Te mueves porque la energía es placer, y por nada más. No hay ningún objetivo, no intentas conseguir nada. De hecho, no vas a ninguna parte, no estás «yendo», estás simplemente gozando de la energía. No hay ningún objetivo fuera del movimiento mismo. El movimiento tiene su propio valor intrínseco, no tiene valor extrínseco.
Un buda también vive. Un Heraclito vive. Yo estoy aquí, vivien­do, respirando, pero con un tipo diferente de movimiento, no mo­tivado.


 Hace unos días, alguien me preguntó:
-¿Por qué ayudas a la gente con la meditación?
-Es un placer para mí -le dije-. No hay un porqué. Simple­mente, disfruto con ello.

 Es como cuando una persona disfruta plantando semillas en el jardín, esperando que salgan las flores. Cuando tú floreces, yo gozo. Es jardinería; cuando alguien florece, es un puro placer. Y yo lo comparto. No existe ningún objetivo. Si fracasas, yo no voy a sen­tirme frustrado. Si no floreces, pues muy bien, porque el floreci­miento no se puede forzar. No puedes abrir un capullo a la fuerza; puedes hacerlo, pero entonces lo matas. Puede parecer un floreci­miento, pero no es un florecimiento.

 El mundo entero se mueve, la existencia se mueve dentro de la eternidad. La mente se mueve en el tiempo. La existencia se mueve hacia las profundidades y las alturas, y la mente se mueve hacia ade­lante y hacia atrás. La mente se mueve horizontalmente; eso es el sueño. Si puedes moverte verticalmente, eso es la conciencia.

 Vive en el momento. Incorpora todo tu ser al momento. No de­jes que el pasado interfiera y no dejes que el futuro se entrometa. El pasado ya no existe, está muerto. Y, como dice Jesús, «dejad que los muertos entierren a sus muertos» El pasado ya no existe. ¿Por qué te preocupa? ¿Por qué sigues rumiándolo una y otra vez? ¿Es que estás loco? Ya no existe; solo está en tu mente, es solo un recuerdo. El futuro no existe todavía. ¿Qué haces pensando en el fu­turo? Si todavía no existe, ¿cómo puedes pensar en ello? ¿Qué pue­des planear? Hagas lo que hagas, no va a ocurrir, y entonces te sen­tirás frustrado, porque la totalidad tiene su propio plan. ¿Por qué te empeñas en hacer tus propios planes en contra de los suyos?

 La existencia tiene sus propios planes, es más sabia que tú. El todo tiene que ser más sabio que la parte. ¿Por qué finges ser tú el todo? El todo tiene su propio destino, su propio cumplimiento. ¿Por qué te molestas con eso? Hagas lo que hagas, será un pecado, porque te perderás el momento, este momento. Y si eso se convierte en un hábito -que se convierte-, si empiezas a perderte, se convierte en una forma habitual; y entonces, cuando el futuro llegue, te lo perderás también, porque cuando llegue ya no será un futuro, será un presente Ayer estabas pensando en hoy, porque entonces hoy era mañana; ahora es hoy y tú estás pensando en mañana, y cuan­do llegue el mañana se habrá convertido en hoy, porque todo lo que existe, existe aquí y ahora; no puede existir de otro modo y  si tie­nes un modo fijo de funcionar, de manera que tu mente siempre mira al mañana, ¿cuándo vives? El mañana nunca llega. Te seguirás perdiendo, y eso es pecado. Ese es, el significado pe la raíz hebrea de «pecar».

 En el momento en que entra el futuro, entra el tiempo. Has pe­cado contra la existencia, te has perdido. Y esto se ha convertido en una pauta fija; como un robot, sigues estando perdido.

Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho
Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho 

 A mí han acudido personas de países muy lejanos. Cuando están allí, piensan en mí y se excitan mucho pensando en mí, y leen y piensan y sueñan. Cuando llegan aquí, empiezan a pensar en sus ca­sas; en el momento de llegar, ya están regresando! Empiezan a pen­sar en sus hijos, en sus mujeres, en sus trabajos, en esto y en aque­llo, en mil y una cosas. Y yo veo toda esa insensatez. Después regresarán allí y se pondrán a pensar en mí. Han faltado, y eso es pecado.

 Mientras estás aquí conmigo, debes estar aquí conmigo. Total­mente aquí conmigo, para que puedas aprender un nuevo modo de movimiento, para que puedas moverte en la eternidad, no en el tiempo.

 El tiempo es el mundo y la eternidad es Dios. Lo horizontal es el mundo y lo vertical es Dios. Los dos se encuentran en un punto: ahí es donde Jesús está crucificado. La horizontal y la vertical se en­cuentran en un punto, y ese punto es aquí y ahora. Desde aquí y ahora puedes emprender dos viajes: un viaje por el mundo, hacia el futuro, y otro viaje hacia Dios, hacia las profundidades.

 Vuélvete cada vez más consciente, vuélvete cada vez más alerta y sensible al presente. ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo puede hacerse posible? Porque estás tan dormido que también puedes convertir eso en un sueño. Pue­des convertirlo en un objeto de pensamiento, en un proceso de pen­samiento. La cuestión puede ponerte tan tenso que solo por eso ya no puedes estar en el presente. Si piensas demasiado en cómo estar en el presente, tanto pensar no te ayudará. Si sientes demasiada culpa... si a veces te mueves hacia el pasado... irás al pasado. Es una rutina que ha durado mucho tiempo. Y a veces empezarás a pensar en el futuro... e inmediatamente te sentirás culpable de haber co­metido otro pecado.

 No te sientas culpable. Comprende el pecado, pero no te sientas culpable. Esto es muy, muy delicado. Si te sientes culpable, te lo has perdido todo. La vieja pauta comienza otra vez de un modo nuevo. Ahora te sientes culpable porque te has perdido el presente. Ahora estás pensando en el pasado, porque ese presente ya no es presente; es pasado, y tú te sientes culpable por ello. Sigues estando perdido.

 Así pues, recuerda una cosa: cada vez que te des cuenta de que te has ido al pasado o al futuro, no te crees problemas por ello. Sim­plemente, vuelve al presente, sin crearte problemas. ¡No pasa nada! Simplemente, recupera tu conciencia. La perderás millones de ve­ces; no te va a salir ahora mismo, inmediatamente. Puede suceder, pero no puede suceder por tu causa. Es un modo de conducta fijo desde hace tanto, tantísimo tiempo, que no lo puedes cambiar de buenas a primeras. Pero no te preocupes, la existencia no tiene nin­guna prisa. La eternidad puede esperar eternamente. No crees ten­siones por ello.

 Cada vez que sientas que te has perdido, vuelve; eso es todo. No te sientas culpable; eso es un truco de la mente, que está otra vez jugando a sus juegos. No te arrepientas: «¡He vuelto a olvidarme!» Simplemente, cuando pienses, vuelve a lo que estuvieras haciendo. Si estás tomando un baño, vuelve; si estás comiendo la comida, vuelve; si estás dando un paseo, vuelve. En el momento en que sien­tas que no estás aquí y ahora, vuelve... simplemente, inocentemen­te, No crees culpa. Si te sientes culpable, no has entendido nada.

 Hay pecado, pero no hay culpa... pero eso es difícil para ti. Si sientes que algo está mal, te sientes inmediatamente culpable. La mente es muy astuta. Si te sientes culpable, el juego ha empezado, de nuevo... en un nuevo campo, pero el juego es muy antiguo. La gente acude a mí y dice: «Nos seguimos olvidando.» Se ponen muy tristes cuando dicen: «Nos seguimos olvidando. Lo intentamos, pero solo nos acordamos durante unos segundos. Nos mantenemos alerta, recordándonos, pero enseguida nos perdemos. ¿Qué hacer?» ¡No se. puede hacer nada! No es cuestión de hacer. ¿Qué podrías ha­cer? Lo único que se puede hacer es no crear culpa. Simplemente, vuelve.

 Por muchas veces que tengas que volver... simplemente, recuer­da. No con la cara muy seria, no con mucho esfuerzo... simple­mente, inocentemente, sin crear un problema por ello. Porque la eternidad no tiene problemas; todos los problemas existen en el pla­no horizontal; este problema también existe en el plano horizontal. El plano vertical no conoce problemas. Es puro gozo, sin nada de ansiedad, sin nada de angustia, sin ninguna preocupación, sin ninguna culpa, sin nada. Sé simple y vuelve.

 Te perderás muchas veces, dalo por seguro. Pero no te preocu­pes por ello. Así son las cosas. Te perderás muchas veces, pero eso no importa. No prestes atención al hecho de que te hayas perdido muchas veces, presta mucha atención al hecho de que te has rein­corporado muchas veces. Recuerda esto: no hay que darle impor­tancia al hecho de haberse perdido muchas veces, lo que importa es que te has vuelto a acordar muchas veces. Siéntete feliz por ello. Que te pierdas es algo natural. Eres humano, has vivido en el plano horizontal durante muchísimas vidas, así que es natural. Lo estu­pendo es que has regresado muchas veces. Has hecho lo imposible; siéntete feliz por ello.

 En veinticuatro horas te perderás veinticuatro mil veces, pero te reincorporarás otras veinticuatro mil veces. Y ahora empieza a funcionar un nuevo modo. Has regresado un montón de veces; ahora se empieza a abrir una nueva dimensión, poco a poco. Cada vez se­rás más capaz de mantenerte consciente, cada vez serán menos las idas y venidas. El recorrido de ida y vuelta se irá acortando cada vez más. Cada vez te olvidarás menos, cada vez te acordarás más; estás entrando en la vertical. De pronto, un día, la horizontal desaparece. La conciencia gana intensidad y la horizontal desaparece.

 A esto es a lo que se refieren Shankara, el Vedanta y los hindúes al decir que este mundo es ilusorio. Porque cuando la conciencia se hace perfecta, este mundo, este mundo que has creado a partir de tu mente, simplemente desaparece. Y otro mundo se te revela. El Maya desaparece, la ilusión desaparece... la ilusión está ahí a causa de tu sueño, de tu inconsciencia.

 Es como un sueño. Por la noche te mueves en sueños, y cuando el sueño está ahí, es muy real. ¿Alguna vez has pensado en sueños «esto no es posible»? En los sueños ocurre lo imposible, pero a ti no se te ocurre dudar de ello. En los sueños tienes esa clase de fe; en los sueños nadie es escéptico, ni si­quiera un Bertrand Russell. No, en un sueño todo el mundo es como un niño, que se cree todo lo qué ocurre. En un sueño ves a tu mujer acercar­ y de pronto se convierte en un ca­ballo. Ni se te ocurre pensar: «¿Cómo puede ser posible esto?»

 El sueño es confianza, es fe. En un sueño no se puede dudar. En cuanto empiezas a dudar en un sueño, se rompen las reglas. En cuanto dudas, el sueño empieza a desaparecer. Si puedes recordar, aunque sea una sola vez, que esto es un sueño, eso provoca un choque Y el sueño se hace pedazos Y tú te despiertas.
Este mundo que ves a tu alrededor no es el mundo real. No es que no exista: sí que existe, pero lo estás viendo a través de un velo de sueño. Entre tú Y él está la inconsciencia; lo miras, lo interpre­tas a tu manera, eres como un borracho.

 Ocurrió que el mulá Nasruddin llegó corriendo. Estaba comple­tamente borracho Y el ascensorista estaba a punto de cerrar la puer­ta, pero él consiguió colarse. El ascensor estaba repleto. Todos se dieron cuenta de que Nasruddin estaba muy borracho. Le olía el aliento. Él intentó disimular, mirando hacia la puerta, pero no veía nada; también sus ojos estaban borrachos y adormilados. Intentó mantenerse en pie, pero tampoco le era posible. Y entonces se sin­tió muy avergonzado, porque todos le estaban mirando y todos pen­saban que estaba completamente borracho. Lo notaba. Sin saber qué hacer, dijo de pronto: «Se preguntarán ustedes por qué he convocado esta reunión.»
Por la mañana estará bien. Se reirá, como os estáis riendo voso­tros...

 Todos los budas han reído al despertar. Su risa es como el rugi­do de un león. No se ríen de ti, se ríen de todo el chiste cósmico. Habían vivido en un sueño, dormidos, completamente intoxicados por el deseo, y contemplaban la existencia a través del deseo. Y por eso, aquella no era la verdadera existencia; proyectaban su propio sueño en ella.

 Te tomas toda la existencia como una pantalla, y después pro­yectas tu propia mente en ella. Ves cosas que no están ahí, y no ves cosas que sí están. Y la mente tiene explicaciones para todo. Si plan­teas una duda, la mente explica. Crea teorías, filosofías, sistemas, con el único propósito de sentirse cómoda, de sentir que nada va mal. Todas las filosofías existen para hacer cómoda la vida, para que todo parezca ir bien y nada vaya mal... pero todo va mal cuando es­tás dormido.

 Un hombre acudió a mí. Estaba preocupado; es el padre de una hija preciosa. 
Estaba muy preocupado y me dijo:
-Todas las mañanas se siente un poco mareada, pero he con­sultado a todos los médicos y dicen que no tiene nada. ¿Qué puedo hacer?
-Ve al mulá Nasruddin -le dije-. Él es el sabio de esta región y lo sabe todo, porque nunca le he oído decir: «No lo sé.» Ve a él.

 Así lo hizo. Yo le seguí para ver qué decía Nasruddin. Nasruddin cerró los ojos, examinó el problema, volvió a abrir los ojos y pre­guntó:
-¿Le das leche por las noches, antes de acostarla?
El hombre dijo que sí, y Nasruddin dijo:
-Ya he resuelto el problema. Si le das leche a un niño, el niño da vueltas en la cama toda la noche, de derecha a izquierda, de iz­quierda a derecha, y de tanto batirla, la leche se convierte en cuaja­da. Después, la cuajada se transforma en queso, y el queso se trans­forma en mantequilla, la mantequilla se transforma en grasa y la grasa se transforma en azúcar, y por fin el azúcar se transforma en alcohol... y naturalmente, por la mañana tiene resaca.

 Esto es lo que  son todas las filosofías: explicaciones de cosas, ex­plicaciones de cosas que no se pueden explicar, fingiendo saber algo que no se sabe. Pero hacen la vida cómoda. Puedes dormir mejor, son como tranquilizantes.

 Recuerda: esta es la diferencia entre religiosidad y filosofía. La fi­losofía es un tranquilizante, la religiosidad es un choque; la filoso­fía te ayuda a dormir bien, la religiosidad  te saca del sueño. La reli­giosidad no es una filosofía, es una técnica para sacarte de tu inconsciencia. Y todas las filosofías son técnicas para ayudarte a dormir bien; te dan sueños, utopías.

La religiosidad te quita todos los sueños, todas las utopías. La re­ligiosidad te proporciona la verdad, y la verdad solo es posible cuan­do no estás soñando. Una mente que sueña no puede ver lo verda­dero. Una mente que sueña convertirá también la verdad en un sueño.

 ¿Te has fijado? Pones el despertador; quieres levantarte a las cua­tro de la mañana, porque tienes que coger un tren. Por la mañana suena el despertador y tu mente crea un sueño: estás sentado en un templo y las campanas del templo están tocando. Entonces todo queda explicado. El despertador ya no es un problema, ya no puede despertarte. Al explicarlo, te has librado de él. ¡Inmediatamente!

 La mente es sutil. Y ahora los psicoanalistas están muy intriga­dos por cómo sucede esto, cómo la mente crea explicaciones inme­diatamente, tan inmediatamente. ¡Con lo difícil que es! La mente debe proyectarlo de antemano. ¿Cómo es que de pronto te encuen­tras en una iglesia o en un templo donde suenan las campanas? Suena el despertador y al instante tienes una explicación dentro del sueño. Estás intentando librarte del despertador. No quieres levan­tarte, no quieres levantarte en una noche de invierno tan fría. La mente dice: «Esto no es el despertador, es un templo que estás visi­tando.» Todo queda explicado y tú sigues durmiendo.

 Esto es lo que hacen siempre las filosofías, y por eso existen tan­tas filosofías, porque cada uno necesita una explicación diferente. La explicación que ayuda a dormirse a otra persona no !e ayudará a ti. Yeso es lo que Heráclito dice en este pasaje.
Procura entenderlo. Esto es lo que dice: Los hombres son tan olvidadizos y descuidados de lo que ocurre a su alrededor en sus momentos de vigilia como cuando están dormidos.

 Cuando estás dormido no eres consciente de lo que ocurre a tu alrededor, pero en tus horas de vigilia, ¿eres consciente de lo que ocurre a tu alrededor? Se ha investigado mucho sobre esto. El noventa y ocho por cien­to de los mensajes que te llegan, tu mente no los deja entrar. ¡El no­venta y ocho por ciento! Solo se permite la entrada a un dos por ciento, y ese dos por ciento también es interpretado por la mente. Yo digo una cosa y tú oyes otra. Digo algo diferente, y tú lo inter­pretas de manera que no perturbe tu sueño. Tu mente te da inme­diatamente una interpretación. 


 Encuentras en tu mente un lugar donde encajarlo, y la mente lo absorbe; se convierte en parte de la mente. Por eso te pierdes a los Budas, Cristos; Heráclitos y demás. Ellos te siguen hablando; te siguen diciendo que han encontrado algo, que han experimentado algo, pero cuando te lo dicen tú lo in­terpretas inmediatamente. Tienes tus propios trucos. A Aristóteles le perturbaba mucho Heráclito. Llegó a la conclu­sión de que aquel hombre tenía que tener algún defecto de perso­nalidad. ¡Asunto concluido! Lo has descalificado porque no está de acuerdo contigo, porque te perturbaba. 

 Heráclito debía de darle muchos quebraderos de cabeza a Aristóteles, porque Aristóteles se mueve en la línea horizontal, es el maestro de ese movimiento, y este tal Heráclito está intentando empujarle al abismo. Aristóteles se mueve en el terreno llano de la lógica, y este Heráclito está tra­tando de empujarle al interior del misterio. 


Es necesaria alguna ex­plicación. Así que Aristóteles dice: «Este hombre tiene algún defec­to: biológico, fisiológico, "de personalidad", pero algún defecto. De lo contrario, ¿por qué tanto insistir en la paradoja? ¿Por qué tanto insistir en el misterio? ¿Por qué tanto insistir en que existe una ar­monía entre los contrarios? Los contrarios son contrarios; no hay armonía. La vida es la vida y la muerte es la muerte, hay que decir las cosas claras, no confundirlas. Este hombre parece un liante.» Lao Tzu era igual.


 Lao Tzu decía: “Todos parecen ser sabios, menos yo. Todos parecen muy listos, menos yo.Yo soy tonto”. Lao Tzu es una de las personas más grandes y más sabias que han existido, pero entre vosotros se siente tonto. Lao Tzu dice: “Todos parecen pensar con tanta claridad, y yo ¡estoy todo confuso” Lo que Aristóte­les dice de Heráclito, Lao Tzu lo dice de sí mismo.

 Lao Tzu dice: «Cuando alguien es­cucha mis enseñanzas sin la mente, se ilumina. Si alguien escucha mis ense­ñanzas a través de la mente, lo úni­co que encuentra son sus propias explicaciones, que no tienen nada que ver conmigo. Y cuando alguien escucha sin escuchar -hay personas que escuchan sin escuchar-, cuando alguien escucha como si estuviera escuchando pero sin escuchar, se ríe de mis ton­terías. Y el tercer tipo de mente es la mayoría. Dice Lao Tzu: Si la mayoría no se ríe de ti, ten cuidado, porque puedes estar dicien­do algo equivocado. Si la mayoría se ríe, entonces es que estás di­ciendo algo que es verdad. Cuando la mayoría piensa que eres ton­to, existe alguna posibilidad de que seas un sabio; de lo contrario, no hay ninguna posibilidad.

 Heráclito le parece confuso a Aristóteles. También a ti te lo pa­recerá, porque Aristóteles se ha hecho el amo de todas las universi­dades y todos los colegios del mundo entero. Ahora en todas partes te enseñan lógica, no misterio. En todas partes se te enseña a ser ra­cional, no místico. A todos se les adiestra para que hagan definicio­nes claras. Si quieres definiciones claras, tienes que moverte en la horizontal. Allí, A es A, B es B, y A nunca es B. Pero en el misterio­so abismo de la vertical, las fronteras se borran y se funden unas con otras. El hombre es mujer, la mujer es hombre; lo bueno es malo, lo malo es bueno; la oscuridad es la luz, la luz es la oscuri­dad; la vida es muerte, la muerte es vida. Todas las fronteras se bo­rran y funden.

 Por eso Dios es un misterio, no un silogismo. Los que aportan pruebas de la existencia de Dios están haciendo algo imposible. No se pueden presentar pruebas de Dios. Las pruebas existen en la ho­rizontal.

 Ese es el significado de la confianza: caes al abismo, experimen­tas el abismo; desapareces en él... y sabes. Solo llegas a saber cuan­do la mente no está, nunca antes.Tontos, aunque oyen son como los sordos. A ellos se les aplica el adagio de que cuando están presentes están ausentes.

 Cuando estás presente en algún sitio, ese es exactamente el sitio del que estás ausente. Puedes estar en alguna otra parte, pero no ahí donde estás. Dondequiera que estés, ahí no estás.

 Se dice en las antiguas escrituras tibetanas que Dios acude mu­chas veces a ti, pero que nunca te encuentra allí donde estás. Lla­ma a tu puerta, pero el habitante no está; siempre está en algún otro sitio. ¿Estás en tu casa, en tu hogar, o en alguna otra parte? ¿Cómo te va a encontrar Dios? No necesitas ir tú a él, solo hace fal­ta que estés en casa y él te encontrará. Te está buscando del mismo modo que tú lo buscas a él. Basta con que estés en casa, para que cuando él llegue te encuentre. Ha venido y ha llamado millones de veces, ha esperado a tu puerta, pero tú nunca estás.

Dice Heráclito:
Tontos, aunque oyen son como los sordos.
A ellos se les aplica el adagio
de que cuando están presentes están ausentes.

Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho
Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho
 Eso es estar dormido: estar ausente, no estar presente en el mo­mento presente, estar en alguna otra parte.
Sucedió que el mulá Nasruddin estaba sentado en un café, ha­blando de lo generoso que era. Y cuando hablaba exageraba mucho, como hace todo el mundo, porque se olvida de lo que está diciendo. Entonces alguien le preguntó:
-Nasruddin, si eres tan generoso, ¿por qué nunca nos invitas a tu
casa? No nos has invitado a comer ni una sola vez. ¿Qué dices a eso?
Nasruddin estaba tan excitado que se olvidó por completo de su esposa y dijo:
-Venid ahora mismo.  
            
A medida que se acercaba a la casa, se le iba pasando la borra­chera. Entonces se acordó de su mujer y se asustó. ¡Treinta invita­dos! A la puerta de la casa, dijo:
-Esperad. Ya sabéis que tengo esposa. También vosotros tenéis esposas y sabéis cómo es esto. Así que esperad. Dejad que entre pri­mero y la convenza, y luego os llamo.

 Entró y desapareció. Los invitados esperaron y esperaron y si­guieron esperando, y él no aparecía, así que llamaron a la puerta. Nasruddin le había contado a su mujer exactamente lo que había ocurrido: que había hablado demasiado de generosidad y le habían pillado. Su mujer dijo:

 -Pero no tengo comida para treinta personas y no hay nada que hacer a esta hora de la noche.                                        '
-Haz una cosa -le dijo Nasruddin-. Cuando llamen ve a la puerta y diles simplemente que Nasruddin no está en casa.
De modo que cuando llamaron, la mujer abrió y dijo: -Nasruddin no está en casa.
-No puede ser -dijeron ellos-, porque hemos venido con él, ha entrado y no le hemos visto salir, y aquí estamos los treinta, esperando a la puerta. Tiene que estar. Entra y búscalo. Tiene que estar escondido en alguna parte.
La mujer entró y preguntó:

 -¿Qué hacemos?
Nasruddin se excitó mucho y le dijo:
«¡Espera!» Salió a la calle y les dijo a
los invitados:
-¿Cómo que no? ¡Puede haberse
marchado por la puerta de atrás!

 Esto es posible, esto te está ocu­rriendo a ti todos los días Se olvidó por completo de sí mismo. Eso es lo que le ocurrió: con tanta lógica se olvidó de sí mismo. La lógica es correc­ta, el argumento es correcto, pero... «¿Cómo que no? Vosotros estáis esperando en la puerta delantera; él ha po­dido salir por la puerta de atrás.» La lógica es correcta, pero Nasruddin se ha olvidado por completo de que es él, mismo quien lo está diciendo.   Tú no estás presente. No estás en el presente ni para el mundo ni para ti mismo. Esto es estar dormido. ¿Cómo puedes oír así? ¿Cómo puedes ver así? ¿Cómo puedes sentir así? Si no estás pre­sente aquí y ahora, todas las puertas están cerradas.


 Eres una per­sona muerta, no estás vivo. Por eso Jesús repite una y otra vez a los Que le oyen y escuchan: «El que tenga oídos, que me oiga; el que tenga ojos, que me vea.»


 HerácIito debió de encontrar mucha gente que escuchaba pero no oía, que miraba pero no podía ver porque sus casas estaban com­pletamente vacías. El dueño de la casa no está. Los ojos miran, los oídos oyen, pero el dueño de la casa no está presente dentro. Los ojos no son más que ventanas; no pueden ver a menos que tú veas por medio de ellos. ¿Cómo va a ver una ventana? Tienes que poner­te tú en la ventana, y solo entonces puedes ver. ¿Cómo? Es solo una ventana, no puede sentir. Si tú estás ahí, entonces la cosa es com­pletamente diferente.

 El cuerpo entero es como una casa  y la mente está de viaje; el dueño está  siempre de viaje por alguna otra parte,  y la casa está siempre vacía. Y la vida llama a tu puerta... puedes llamarlo Dios o como prefieras llamarlo, el nombre no importa; llámalo existen­cia... llama a la puerta, está llamando continuamente, pero no te encuentra en casa. Eso es estar dormido.

 Uno no debería actuar ni hablar como si estuviera dormido.

 Actúa, habla, con plena conciencia, y descubrirás un tremendo cambio en ti. El hecho mismo de que estés cons­ciente cambia tus actos. Entonces no puedes cometer pecados. No es que tengas que controlarte, no. El control es un mal sucedáneo de la conciencia, un sustituto muy malo; no sirve de mucha ayuda. Si es­tás consciente, no necesitas controlar la ira; estando consciente, la ira nunca surge., No pueden existir al mismo tiempo, no hay coe­xistencia para las dos cosas. Estando consciente, nunca surgen los celos. Estando consciente, muchas cosas simplemente desaparecen: todas  las cosas que son negativas.

 Es como una luz. Cuando hay luz en tu casa, ¿cómo Puede exis­tir en ella la oscuridad? La oscuridad símplemente escapa. Cuando tu casa está iluminada, ¿cómo puedes tropezar? ¿Cómo puedes cho­car con la pared? La luz está encendida, y tú sabes dónde está la puerta; simplemente vas a la puerta y entras o sales. Cuando está oscuro, tropiezas, andas a tientas, te caes. Cuando estás incons­ciente andas a tientas, tropiezas, caes. La íra no es sino tropezar; los celos no son más que andar a tientas en la oscuridad. Todo lo que está mal no está mal por sí mismo, sino porque tú vives en la oscu­ridad.

 Si Jesús quiere enfurecerse, puede hacerlo; lo puede utilizar. Tú no puedes utilizarlo, tú eres utilizado por la ira. Si Jesús siente que será bueno y servirá de ayuda, puede utilizar cualquier cosa. Es un maestro. Jesús puede estar furioso sin estar furioso. 


Mucha gente trabajó con Gurdjieff, y era un hombre terrible. Cuando se enfurecía, se ponía terri­blemente furioso, parecía un asesino. Pero aquello no era más que un juego, solo era una situación para ayudar a alguien. E inmediatamente, sin un solo instante de intervalo, miraba a otra persona y estaba sonriendo. Y volvía a mirar a la misma persona con la que se había mostrado irritado, y otra vez tenía un aspecto fu­rioso y terrible. Es posible. Cuando estás consciente puedes utilizar cualquier cosa. 



 Hasta el veneno se convierte en elixir cuando estás despierto. Y cuando estás dormido, hasta el elixir se convierte en veneno, por­que todo depende de si estás alerta o no. Los actos no significan nada. Los actos no importan. Lo que importa eres tú, tu conciencia, el que estés consciente. Lo que hagas no tiene importancia.

 Ocurrió lo siguiente:
Había un gran maestro, un maestro budista llamado Nagarjuna. Un ladrón acudió a él. El ladrón había quedado prendado del maes­tro porque nunca había visto una persona tan bella, con tan infini­ta gracia. Le preguntó a Nagarjuna:

 -¿Existe alguna posibilidad de que yo también crezca? Pero tie­ne que quedarte clara una cosa: soy un ladrón. Y otra cosa: no pue­do dejarlo, así que por favor no me pongas esa condición. Haré cualquier cosa que digas, pero no puedo dejar de ser ladrón. Lo he intentado muchas veces, pero nunca da resultado, así que he re­nunciado a ello. He aceptado mi destino, que siempre seré un la­drón y seguiré siéndolo, así que no me hables de eso. Que quede cla­ro desde el principio.  
 
Nagarjuna dijo:
-¿Por qué tienes miedo? ¿Quién te va a hablar de que eres un
ladrón?
-Es que cada vez que acudo a un monje, a un sacerdote o a un santo religioso, siempre me dicen: «Lo primero es que dejes de ro­bar» -dijo el ladrón.
Nagarjuna se echó a reír y dijo:
-Entonces debes de haber acudido a ladrones. 
Si no, ¿por qué habría de importarles? 
A mí no me importa.
El ladrón se puso muy contento y dijo:
 -Pues entonces, de acuerdo. Parece que ahora podré ser discípulo.  
Eres el maestro adecuado.


Nagarjuna le aceptó y dijo:

-Ahora puedes irte y hacer lo que quieras. Solo tienes que cumplir una condición: sé consciente. Ve y asalta casas, entra y coge cosas, roba. Haz lo que te parezca, a mí no me importa porque yo no soy 1adrón. Pero haz lo con plena conciencia.
El  ladrón no se daba cuenta de que estaba cayendo en la trampa y dijo:
-Entonces, todo está muy bien. Lo intentaré.
Al cabo de tres semanas, regresó y dijo:
-Eres un tramposo. Porque si me hago consciente no puedo robar. Si robo, la conciencia desaparece. Estoy en un buen lío.

Nagarjuna le dijo:                    ­
-Ya basta de hablar de robar y de que eres ladrón. A mí eso no
me importa, yo no soy ladrón. Ahora decide tú. Si quieres concien­cia, tú decides. Si no la quieres, también decides tú.


-Pero es que ahora es difícil -dijo el hombre- Lo he proba­do un poquito, y es tan hermoso... Lo dejaré todo, haré lo que tú di­gas. -y siguió diciendo- La otra noche, por primera vez, conse­guí entrar en el palacio del rey. Abrí el tesoro. Podría haberme convertido en el hombre más rico del mundo, pero tú me ibas siguiendo y tuve que ser consciente. Cuando me hice consciente, perdí de pronto toda motivación, todo deseo.


 Cuando me hice consciente, los diamantes me parecían simples piedras, piedras vulgares. Cuando perdí la conciencia, el tesoro estaba allí. Esperé y lo volví a hacer muchas veces. Me volvía consciente y era como un buda, y no podía ni tocar el tesoro porque todo el asunto me parecía una tontería, una estupidez... simples piedras. ¿Qué estoy haciendo? ¿Perderme por unas piedras? Pero entonces perdía la conciencia y volvían a parecerme preciosas, toda la ilusión volvía. Pero al final decidí que no valían la pena.


 Cuando has conocido la conciencia, nada compensa perderla. Has conocido la mayor bendición de la vida. De pronto, muchas co­sas simplemente desaparecen; se convierten en estupideces, se con­vierten en tonterías. La motivación ha desaparecido, el deseo ha de­saparecido, los sueños han cesado.

 Uno no debería actuar ni hablar como si estuviera dormido.
Esa es la única clave.
Los despiertos tienen un mundo en común;
los dormidos tienen un mundo privado cada uno.

 Los sueños son privados, absolutamente privados. Nadie puede entrar en tus sueños. No puedes compartir un sueño con tu amado. Marido y mujer duermen en una misma cama, pero sueñan por se­parado. Es imposible compartir un sueño, porque no es nada. ¿Cómo puedes compartir una nada? Es como una burbuja, es abso­lutamente no existencial; no puedes compartirlo, tienes que soñar solo.

 Por eso, a causa de los durmientes, de los numerosísimos dur­mientes, existen tantos mundos. Tú tienes tu mundo propio; si es­tás dormido, vives encerrado en tus propios pensamientos, concep­tos, sueños, deseos. Cuando te encuentras con otra persona, dos mundos chocan. Mundos en colisión... esa es la situación. ¡Vigila! Mira cómo conversan un marido y su mujer. No están conver­sando en absoluto. El marido está pen­sando en su oficina, en su salario; la mujer está pensando en sus vesti­dos para Navidad. 

 Por dentro tienen sus propios mundos privados, pero sus mundos privados se encuentran -más bien chocan- en alguna parte, por­que los vestidos de la mujer dependen ¡del salario del marido, y el salario del marido tiene que financiar los vestidos de "la mujer. La mujer dice «cariño», pero detrás de la palabra cariño hay vestidos; es en lo que está pensando. Ese «cariño» no significa lo que está escrito en el diccionario, porque cada vez que esta mujer dice «cariño» es solo una fachada, y el marido se asusta inmediatamente. No da muestras de ello, por supuesto, porque cuando alguien dice «cariño» uno no se muestra asustado. Dice: «¿Qué, querida?», pero está asustado porque está pensando en su sueldo y sabe que la Navidad se acerca y que hay peligro.


 La mujer del mulá Nasruddin le decía:
-¿Qué ha ocurrido? Últimamente lloro y sollozo y me caen lá­grimas por la cara, y tú ni siquiera preguntas: «¿por qué lloras?».

 -Ya basta! dijo Nasruddin- Preguntar cuesta demasiado caro y en el pasado he cometido ese error demasiadas-veces, por­que esas lágrimas no son simples lágrimas. Son vestidos, una casa nueva, muebles nuevos, coche nuevo. Hay muchas cosas ocultas tras esas lágrimas. Esas lágrimas son solo el comienzo.
No hay diálogo posible porque dentro hay dos mundos privados. Solo es posible el conflicto.

 Los sueños son privados, la verdad no es privada. La verdad no puede ser privada; la verdad no puede ser ni mía ni tuya, la verdad no puede ser cristiana o hindú, la verdad no puede ser india o grie­ga. La verdad no puede ser privada. Los sueños son privados. Re­cordad que cualquier cosa que sea privada tiene que pertenecer al mundo de los sueños. La verdad es un cielo abierto; es para todos, es una sola.

 Por eso, cuando Lao Tzu habla, el idioma puede ser diferente; cuando habla Suda, el idioma es diferente; cuando habla Herác1ito, el idioma es diferente... pero todos dicen lo mismo, todos están indicando lo mismo. No viven en mundos privados. El mundo privado ha desaparecido con sus sueños y sus deseos... con la mente. La mente tiene un mundo privado, pero la conciencia no tiene mundos priva­dos. Los despiertos tienen un mundo en común... Todos los que están despiertos tienen un mundo en co­mún, que es la existencia. Y todos los que están dormidos y soñan­do tienen sus propios mundos.

 Tienes que renunciar a tu mundo; es la única renuncia que te pido. No te digo que dejes a tu mujer, no te digo que dejes tu tra­bajo, no te digo que renuncies a tu dinero ni a ninguna de tus co­sas, no. Simplemente te digo que abandones tu mundo de sueños privados. Eso es para mí el sannyas. El antiguo sannyas consistía en abandonar este mundo, el visible. Uno se iba al Himalaya, de­jando a su mujer e hijos... pero no se trata de eso. No es ese el mun­do que hay que abandonar. ¿Cómo podrías abandonarlo? Incluso el Himalaya pertenece a este mundo. El mundo real al que hay que re­nunciar es la mente, el mundo de sueños privado. Si renuncias a él, aunque estés sentado en el mercado estarás en el Himalaya. Si no renuncias a él, incluso en el Himalaya crearás un mundo privado a tu alrededor.

 ¿Cómo puedes escapar de ti mismo? Vayas donde vayas estarás contigo. Vayas donde vayas, te comportarás de la misma manera. Las situaciones podrán ser diferentes, pero ¿cómo vas a poder ser diferente tú? Seguirás dormido en el Himalaya. ¿Qué diferencia hay entre dormir en Pune o en Boston, entre dormir en Londres o en el Himalaya? Estés donde estés, estarás soñando. ¡Deja de soñar! Pon­te más alerta, de pronto, los sueños desaparecen, y con los sueños desaparecen todos los sufrimientos.

Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho
Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio - Osho 

 Lo que vemos cuando estamos despiertos es la muerte, cuando estamos dormidos, sueños.

 Esto es verdaderamente bello. Cuando estás dormido ves sue­ños, ilusiones, espejismos... tus propias creaciones, tu propio mun­do privado. Cuando estás despierto, ¿qué ves? Dice Heráclito que «cuando estás despierto ves muerte a todo tu alrededor».

 Es posible que sea por eso por lo que no quieres ver. Puede que sea por eso por lo que sueñas y creas una nube de sueños a tu alre­dedor, para no tener que afrontar el hecho de la muerte. Pero re­cuerda: un hombre se vuelve religioso solo cuando se enfrenta a la - muerte, no antes.

 Cuando te encuentras con la muerte, cuando la ves cara a cara, cuando no la evitas, cuando no la esquivas, cuando no huyes, cuan­do no creas una nube a tu alrededor... cuando te encuentras y haces frente al hecho de la muerte... de pronto te haces consciente de que la muerte es vida. Cuanto más profundices en la muerte, más te adentrarás en la vida, porque, como dice Heráclito, los contrarios se tocan y se mezclan;  son una sola cosa.

 Si estás intentando escapar de la muerte, recuerda que también estás escapando de la vida. Por eso pareces tan muerto. Esta es la paradoja: huye de la muerte y seguirás muerto; afróntala, enfrénta­te a ella y cobrarás vida. En el momento en que hagas frente a la muerte tan a fondo, tan intensamente que empieces a sentir que es­tás muriendo -cuando sientes y tocas la muerte no solo a tu alre­dedor, sino también por dentro-, llega la crisis. Esta es la cruz de Jesús, la crisis de la muerte. En ese momento, mueres para un mundo -el mundo de la horizontal, el mundo de la mente- y re­sucitas en otro mundo.

 La resurrección de Jesús no es un fenómeno físico. Los cristia­nos han creado innecesariamente un montón de hipótesis acerca de ella. No es una resurrección de este cuerpo, es una resurrección en otra dimensión de este cuerpo; es una resurrección en otra dimen­sión de otro cuerpo que nunca muere. Este cuerpo es temporal, el otro cuerpo es eterno. Jesús resucita en otro mundo, el mundo de la verdad. El mundo privado ha desaparecido.

 En el último momento, Jesús dice que está preocupado, angus­tiado. Incluso un hombre como Jesús está preocupado al morir; así tiene que ser. Llora y le dice a Dios: «¿Qué me estás haciendo?» Le gustaría aferrarse a la horizontal, le gustaría agarrarse a la vida... incluso un hombre como Jesús.

 Así que no te sientas culpable si te pasa. A ti también te gustaría aferrarte. Este es el lado humano de Jesús, que es más humano que Buda o Mahavira. Este es el Jesús humano: el hombre se encuentra cara a cara con la muerte y está asustado, y llora, pero no retroce­de, no cae inmediatamente se hace consciente de lo que está pre­guntando, y entonces dice: «¡Hágase tu voluntad!», se relaja, se deja llevar. Al instante; la rueda gira: Jesús ya no está en la horizontal; ha penetrado en la vertical, en la profundidad. Y así resucita para la eternidad.
 Muere para el tiempo y resucitarás en la eternidad. Muere para la mente y vivirás en la conciencia. Muere para el pensamiento y na­cerás en la conciencia.

 Dice Heráclito: «Lo que vemos cuando estamos despiertos es la muerte...» Por eso vivimos dormidos, en sueños, con tranquilizan­tes, narcóticos, intonxicantes... para no afrontar el hecho. Pero es un hecho que hay que afrontar. Si le haces frente, el hecho se convier­te en la verdad; si huyes de élvives en la mentira. Si afrontas el he­cho, se convierte en la puerta de la verdad. El hecho es la muerte; eso hay que afrontarlo. Y la verdad será la vida, la vida eterna, vida en abundancia, vida que nunca termina. Osho




 Aqui te dejo unos vídeos de Osho sobre El Miedo y la Culpabilidad y otro sobre la Conciencia en esta entrada a mi blog lo quiero compartir con vos espero que te sirva de algo para un mayor crecimiento espiritual. Namaste! 









Fuente: Texto extraído del libro/Osho/Conciencia la Clave para Vivir en Equilibrio 
Fuente: Video www.youtube.com 
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